“¡Qué difícil debe ser conocerse a uno mismo tan profundamente!, me da miedo pensar en lo que me puedo encontrar, si he estado haciendo las cosas mal toda mi vida”, expresó en alguna ocasión, en algún momento, una persona en psicoterapia.
Imagino que en el mundo existen personas con un pensamiento similar con relación a sí mismos (as), y ya sea por miedo, vergüenza, pereza, falta de estima u orgullo, se quedan con la vieja conocida perspectiva y dejan a la posible nueva por conocer enfrascada en el cajón de los “me imagino como hubiera sido mi vida si….”. Y ojo, ese cajón no es exclusivo, cómo me decía una sabia amiga, “todos (as) llevamos un saquito de mierda cargando en la espalda que nadie ve”.
¿Cuántas veces tenemos que visitar a un especialista con el mismo malestar antes de comenzar a sentir y escuchar nuestro cuerpo con atención?, cuando digo cuerpo me refiero a un todo como instrumento físico, mental y con energía. Suena como si fuera una tarea fácil, pero en realidad no lo es, requiere de voluntad, desapego a la zona de confort y caminar por rutas que nos pueden causar mucha incomodidad y miedo, al encontrarnos ante el dilema de actuar y construir una mejor versión de nuestro imperfecto ser o continuar buscando comodidad en el viejo sillón de la costumbre.
¿Qué es lo peor que puede pasar si hacemos el intento de? mejorar los hábitos de alimentación poco a poco y con intención, sacar unos minutos dentro de la dinámica diaria para respirar profundo, meditar o agradecer lo que se tiene y lo que se ha logrado, cambiar la compañía del teléfono, la tablet o la computadora por la de la familia, amistades, o la mascota que se muere de ganas por ir al parque a olerlo todo. Si hacemos el intento de reconocer lo que no hemos estado haciendo tan bien en la vida, con compasión y empatía, para plantearnos metas alcanzables que nos motiven y que no nos frustren.
Cómo dijo en algún momento el psicólogo humanista estadounidense Carl Rogers, “la curiosa paradoja es que cuando me acepto a mí mismo, puedo cambiar”. Aceptarnos con nuestra complejidad, valores, costumbres, contextos y tener el valor y la curiosidad de buscar dentro del intento, la posibilidad de una dimensión más amplia, menos incómoda y que nos guíe hacia una mejor vida.